En el año 2020, el pijama adquirió una nueva cualidad que transcendía la intimidad del hogar
y que iba más allá de las conocidas propiedades por las que es apreciada esta prenda: la comodidad, la sencillez y la funcionalidad. El Covid cambió el sentido del mundo y de todo
lo que forma parte de él, incluido el pijama que, a causa del teletrabajo, dejó atrás su pasado
meramente práctico para convertirse en una artículo de moda. Tanto es así que algunas
marcas especializadas en la confección de este atuendo dieron el salto a las pasarelas.
Los primeros pijamas fueron otomanos
La población otomana utilizaba esta prenda no sólo para dormir sino
también para calentarse las piernas. De hecho, algunos expertos creen
que su nombre significa literalmente “ropa para la pierna”, en una época en
la que todavía no se habían inventado los sistemas de calefacción”.
En occidente, a partir de la Edad Media, aparecen los camisones, tanto para mujeres como para hombres. Para las mujeres ponerse el camisón significaba descansar, pues era el momento de desprenderse de los aparatosos e incómodos vestidos que se llevaban por aquel entonces.
Los camisones del siglo XVI se caracterizaban por su mangas amplias abrochadas por la parte delantera. Generalmente se elaboraban con lana, excepto para las mujeres de clase alta que dormían vestidas con suaves prendas de terciopelo adornadas con suntuosas pieles, encajes, cintas y bordados. Mientras que las camisolas para los hombres se caracterizaban por su austeridad.
En el siglo XVIII se introdujo una novedad en el atuendo femenino: el llamado negligée o
traje de mañana ajustado. Esta prenda se parecía a una bata femenina confeccionada con
una tela liviana que se vestía para estar en casa más que para dormir.
El dos piezas

La aparición del pijama de dos piezas Un salto cualitativo en el historia de esta
prenda se produce en el siglo XVII, cuando los británicos descubren en la India las cami-
sas y pantalones holgados para dormir, e introducen su uso en Occidente. En un primer
momento los primeros usuarios de esa novedosa indumentaria la utilizaron como vestido
exótico para demostrar su estatus social. Sin embargo, a finales del siglo XIX su uso se fue
democratizando.
En Europa el pijama de dos piezas se popularizó como prenda masculina, mientras que la
mujer sólo disponía del camisón.
Esta anacrónica costumbre cambió en los años 20 del siglo pasado cuando la revolucio-
naria Coco Chanel puso de moda el pijama para las mujeres. La ínclita diseñadora propuso que la mujer llevase también pantalón y chaqueta para dormir, fulminando de esta manera la
retrógrado norma según la cual las féminas no podían llevar pantalones.
“Coco Chanel puso de moda el pijama para las mujeres.
La ínclita diseñadora propuso que la mujer llevase también pantalón y chaqueta para dormir
fulminando de esta manera la retrógrado norma según la cual las féminas no
podían llevar pantalones”